Conoces tu casa. No necesitas que te digan dónde está tu dormitorio; no necesitas que te digan cómo llegar a la cocina. Después de un día difícil de tratar de abrirte paso en el mundo, es tranquilizante volver a casa, un lugar que conoces bien. Igualmente conocido para ti puede ser Dios. Con el tiempo puedes saber a dónde ir para comer, dónde refugiarte para protección, a dónde dirigirte para orientación. Así como tu casa terrenal es un lugar de refugio, la casa de Dios es un lugar de paz. La casa
Page 16